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Archive for agosto 2009

EL ANILLO

-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerza para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…, – y haciendo una pausa agregó- si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-Encantado, maestro – titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas-.

-Bien -asintió el maestro, que se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dio al muchacho-, toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cachorro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

-Maestro -dijo-, lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-, debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya , no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¿58 monedas?! -exclamó el joven-.

-Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

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BRILLA

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pajaro

Había una vez un pájaro que no poseía el don del vuelo. Como un pollo, caminaba por el suelo, aunque sabía que algunos pájaros sí volaban. Sucedió que a través de una combinación de circunstancias el huevo de un pájaro volador fue empollado por éste que no volaba.

A su debido tiempo nació el pichón todavía con la potencialidad para volar que siempre había tenido, aún desde la época en que se hallaba en el huevo. Le habló a su madre adoptiva diciendo:

-¿Cuándo volaré?

Y el pájaro atado a la tierra dijo:

-Persiste en tus intentos de volar, como los otros.

Porque no sabía como enseñarle al pichón a volar, ni siquiera sabía como arrojarlo del nido de manera que aprendiese.

Resulta curioso, en cierto modo, que el pajarillo no viera esto. El reconocimiento de su situación lo confundía debido a la gratitud que sentía hacia el pájaro que lo había empollado.

-Sin este servicio -se dijo a sí mismo- seguramente estaría aún en el huevo.

Y aun otras veces decía:

Quien puede empollarme seguramente podrá enseñarme a volar. Debe de ser solamente una cuestión de tiempo, o de mis propios esfuerzos sin ayuda, o de alguna gran sabiduría. Si, así es. Un día de repente seré transformado a la etapa siguiente por aquel que me ha traído hasta aquí.

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Vence tus miedos

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DESIERTO

Un río desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al final alcanzó las arenas del desierto. Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaban a éstas.

Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto, y sin embargo, no había manera. Entonces una recóndita voz, que venía del desierto mismo, le susurró:

-el viento cruza el desierto, y así puede hacerlo el río.

El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y esa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.

-Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo, no lograrás cruzarlo. Desaparecerás, o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hasta tu destino.

-Pero, ¿cómo podría esto suceder?

-Consintiendo ser absorbido por el viento.

Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo, él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad.

-Y una vez perdida ésta, ¿como puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?

-El viento -dijeron las arenas- cumple esta función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río.

-¿Como puede uno saber que esto es verdad?

-Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano, y aún esto tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano ciertamente no es un río.»

-¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?

-Tú no puedes en ningún caso permanecer así -continuó la voz-, tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial.

Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él, ¿cual sería?, había sido transportada en los brazos del viento. También recordó -¿o le pareció?- que eso era lo que debía de hacer, aunque no fuera lo más obvio.

Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos. Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia. Reflexionó: -Sí, ahora conozco mi verdadera identidad.

El río estaba aprendiendo, pero las arenas susurraron:

-Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras, las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña.

Y es por eso se dice que el camino en el cual el Río de la Vida ha de continuar su travesía, está escrito en las Arenas.

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Decidí Triunfar

triumph

Decidí Triunfar es el lema que me ha acompañado durante mucho tiempo, en todo lo que estoy haciendo en mi vida, tanto a nivel personal como profesional. Desde el día que tomé esta frase como lema, todo empezó a cambiar en mi vida. Solo una actitud positiva ante todos los retos que como adulto he tenido que enfrentar ha hecho posible salir adelante en forma exitosa. Te invito a que también hagas tuyo este lema y triunfes en todos los retos que se presenten en tu vida.

Para dar inicio a este sitio, he decidido copiarles un texto de una persona que siempre estuvo motivado a hacer sus sueños realidad: Walt Disney, quien siempre tuvo como lema: Si lo podemos soñar, lo podemos hacer.

Aprendí y decidí

Y así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar…
decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas,
decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución,
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis,
decidí ver cada noche como un misterio a resolver,
decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades,
y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos,
Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar,
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui,
Me dejó de importar quién ganara o perdiera,
ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.

Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener,
es tener el derecho de llamar a alguien “Amigo”.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento,
“el amor es una filosofía de vida”.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados
y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente.
Aprendí que de nada sirve ser luz
si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí cambiar tantas cosas……….
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad,
desde aquel día ya no duermo para descansar………
ahora simplemente duermo para soñar

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dannel0460

Visión 4

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Visión 4dannel0491

En la celebración

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Celebrando

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Visión 2 graduándose

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Gumaro, graduado de Visión 2 y Toño rumbo a avanzado Visión 4

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